En 1990, la revista española de astrología, Mercurio-3, entrevistaba al psicólogo y astrólogo, Michel Gauquelin, aproximadamente un año antes de su fallecimiento. Dejamos a continuación tan preciado documento, con la introducción de la entrevistadora, la astróloga Nuria López:
«Antes de empezar con el contenido de esta entrevista, me gustaría situarla en su contexto. Michel Gauquelin es el más controvertido y el más conocido de los investigadores de Astrología. Inició sus trabajos a finales de los años cuarenta y, en 1955, publicó su primer libro «L’Influence des Astres». En él ya establecía las bases de la mayor parte de su trabajo posterior: al estudiar los horóscopos de personajes célebres descubrió que de forma estadísticamente significativa tenían a Marte, Júpiter, Saturno, Venus o la Luna próximos a una de las cuatro cúspides angulares de la carta—preferentemente cerca del Ascendente o del Mediocielo. Sin embargo, contrariamente a lo indicado por la Astrología tradicional, estos planetas no se hallaban en las Casas angulares (1, IV, VII ó X) sino en las «débiles» o cadentes (XII, III, VI ó IX). Sus descubrimientos fueron ampliamente criticados pero cuando sus detractores realizaron experimentos idénticos con nuevas cartas, hallaron estos mismos resultados, viéndose pues obligados a reconocer la validez de las investigaciones de Michel Gauquelin y sus colaboradores. Su formación de base fue la Psicología aunque desde siempre se interesó por la Astrología, con conocimientos para levantar e interpretar una carta natal. Ha escrito más de 20 libros, tanto de Psicología como de investigación astrológica y, conjuntamente con su ex-esposa Françoise Schneider, ha publicado 30 monografías científicas en las que recoge, no sólo los resultados de sus investigaciones, sino también medio millón de datos natales que le permitieron llevarlas a cabo. La entrevista se efectuó en Londres durante el 8° Congreso de Investigación Astrológica, donde intervinieron unos 20 ponentes entre europeos y americanos. Con ello deseo remarcar la buena marcha de la investigación astrológica y el creciente número de personas involucradas en ella, si pensamos que hace unos 30 años apenas existían otros trabajos fuera del pionero de Michel Gauquelin.»
N.L. ¿Qué opina del momento actual de la Astrología y como ve su futuro?
M.G. —El futuro de la Astrología será el que deseen los propios astrólogos, pero mi impresión es que, a corto plazo, va a ser muy positivo puesto que la nueva generación de astrólogos muestra un interés muy constructivo. Estas personas no aceptan a ciegas todo lo que leen en los manuales de Astrología sino que intentan comprobar la veracidad de tales afirmaciones. Para ellos, y para la misma Astrología, es muy prometedor el avance que supone el uso masivo de la informática, facilitando enormemente la realización de los cálculos y permitiendo investigar con mejores medios que los utilizados hasta ahora.
N.L. ¿Cuándo cree que se ha producido este cambio de mentalidad, es decir, desde aceptar incondicionalmente las bases astrológicas hasta llegar a cuestionarse la verdad de sus fundamentos?
M.G. — Este cambio depende de la opinión que cada persona le merece la Astrología. Recuerdo que cuando yo era joven, la Astrología era aceptada como un dogma religioso que se transmitía del maestro al alumno y éste último no solía juzgarla con su espíritu crítico. No hay nada malo en ello y uno puede ser muy feliz aceptándolo. Esta Astrología puede ser muy útil, tanto para el astrólogo corno para los clientes que desean una interpretación de sus cartas
natales. Otro planteamiento distinto surge cuando se intenta llenar el vacío que surge entre la Astrología y la Ciencia, entonces es mejor que la persona ejercite su espíritu crítico.
N.L. — ¿Cree que en un futuro próximo podrían coexistir dos tipos de Astrología: una de raíz tradicional y otra surgida de las investigaciones que están realizando personas como usted?
M.G. — No lo sé. La Astrología tiene dos enemigos: los científicos y los mismos astrólogos. Se lo digo desde mi propia experiencia. Cito a los científicos ya que se consideran los guardianes de la Verdad y rechazan los fundamentos astrológicos porque éstos no pueden explicarse racionalmente. En cambio, los astrólogos se sitúan en el extremo opuesto y afirman que la Astrología es cierta porque está más allá del alcance de la Ciencia. Por todo ello, es muy importante llenar el vacío que se ha formado entre ambos. Los astrólogos y los científicos deberían hacerse mutuamente algunas concesiones. a veces en cosas tan simples como el observar y sacar conclusiones de los hechos objetivos. No se puede rechazar ni aceptar algo a priori sin que existan evidencias de ello. Cualquier tipo de conocimiento objetivo se basa en las evidencias, por ejemplo, actualmente la Astronomía es una ciencia muy respetada pero si retrocedemos en la historia hasta Ptolomeo —padre de la Astronomía y de la Astrología— veremos que casi todo lo que él afirmó entonces era erróneo… a pesar de ello, hoy en día la Astronomía es una ciencia. También podría suceder que todo lo que se ha escrito sobre Astrología no fuese cierto, pero no probaría que la misma Astrología en sí sea falsa.
N.L. — Me parece que hace unos años, este puente creado por el vacío entre la Astrología y la ciencia era más bien una cuerda sujetada por una sola persona: Michel Gauquelin. ¿Existe hoy en día este puente?
M.G. — Sí, existe. y está formado por muchas personas. Por esta razón, creo en el porvenir de la Astrología. Muchas personas en los diversos países intentan hallar la Verdad de la Astrología, y consiguen separarla de lo que no lo es. La
misma Astrología está cambiando continuamente y el interés de la gente es creciente. Se convocan congresos y se publican revistas de investigación astrológica, creándose una red de comunicación e intercambio de ideas. No debe preocuparnos demasiado que algunos científicos demasiado pesimistas sigan sin aceptar la validez de la Astrología. Debemos seguir adelante.
N.L. — Según parece, usted ya no se siente pionero sino uno más en la red.
M.G. — Al menos, confío en ello. Incluso creo que en los países del Este se está empezando a investigar sobre Astrología. Recuerdo que, hace años, cuando visité la Unión Soviética, todavía no estaba permitido hablar abiertamente sobre el tema, pero algunas personas acudieron a la habitación del hotel donde me hospedaba para preguntarme acerca de mis hallazgos. Estaban tan asustados ante el temor de que hubieran micrófonos ocultos en la habitación, que la conversación mantenida por ellos se efectuaba por escrito. En estos países existe un gran interés y un enorme potencial, como se verá en los próximos años cuando nos lleguen los resultados de sus investigaciones.
N.L. — ¿Qué otras personas, desde el campo de la Ciencia o de la Astrología se encuentran en este puente junto a usted?
M.G. — Está Geofrey Dean, con quien me une una antigua amistad. Me ayudó a mejorar el inglés de mis artículos y siempre ha formulado valiosos comentarios sobre mis obras. Antes, él era un partidario de la Astrología aunque ahora
mantiene una posición más escéptica. Pero lo importante no es que esté a favor o en contra sino que piense que la Astrología puede ser verificada. También está el profesor Ertel, cuyo interés por la Astrología es reciente, y el profesor Eyssenck, que no sólo acepta mis investigaciones sino que se muestra abierto para aceptar nuevas evidencias que surjan de otras posibilidades, siempre, claro está, que la metodología empleada en ellas sea válida. Creo que la Astrología está progresando porque el nivel medio de las publicaciones es cada vez mejor, especialmente las dedicadas a la investigación. Actualmente no hay demasiada diferencia entre los artículos sobre investigación astrológica y los de otras disciplinas científicas, La auténtica diferencia es que la Astrología no es aceptada como una disciplina científica. La aceptación de ello no depende solamente de los científicos o de los astrólogos, sino de la propia Naturaleza (con mayúsculas) de los fenómenos a investigar, por ejemplo, hasta el presente, no me ha sido posible hallar resultados estadísticamente positivos acerca de la influencia de los signos zodiacales sobre el ser humano, pero tampoco he afirmado que los signos zodiacales no tengan impacto sobre las personas, sino que mi enfoque de la cuestión no me ha conducido a resultados positivos. Espero que otras personas más competentes o que utilicen otros métodos puedan demostrar unos resultados consecuentes. Sé positivamente que el análisis estadístico que yo he venido utilizando no es el único existente, ni tampoco el único aceptado por la ciencia.
N.L. — ¿Cómo se conocieron Hans Eysenck y usted?
M.G. — Como usted sabe, yo no soy astrólogo de profesión. Mi formación es psicológica, y para ganarme la vida hallé un medio muy interesante: escribir. Durante unos doce eños, fue editor de una colección de libros especializados que trataban principalmente sobre la psicología de la personalidad. También fuí el editor científico de la revista Psychologie. El profesor Eysenck es una autoridad indiscutible en la psicología de la personalidad y se le considera como uno de los diez psicólogos más importantes del mundo. Yo había tenido noticias de su interés por la Astrología. En 1974, le escribí una carta y le envié uno de mis libros sobre el tema. Parece que la impresión fue favorable pues me respondió invitándome a visitarle. Yo estaba muy nervioso y recuerdo que el día de la entrevista hablé y hablé sin parar mientras que él me escuchaba atentamente. Siguió una carta de él, formulando ciertas preguntas sobre la metodología empleada en mis investigaciones, a la que evidentemente respondí. Al cabo de un año, volví a tener noticias de él comunicándome que iba a escribir un artículo acerca de mi trabajo en una revista científica. Nos hicimos buenos amigos, incluso llegué a escribir algunos artículos con él y con su esposa Sybil. Hans fue una gran ayuda para mí. El goza de una gran reputación. Recuerdo que en un artículo suyo publicado en la revista Nature, decía algo así: «Puede que la Astrología no sea verdadera, pero ahí están las investigaciones de Gauquelin». Supo tener el suficiente valor y una mente abierta como para poner en juego su reputación en apoyo de mis investigaciones.
N.L. Hay un gran vacío entre la fecha de publicación de sus primeros libros en lengua francesa y las ediciones de los mismos en inglés ¿Fue después de recibir el apoyo de los Eyssenck cuando los editores ingleses empezaron a interesarse por sus investigaciones?
M.G. — Mayormente sí, pero ahora mis libros ya se publican directamente en inglés antes que en francés. Me refiero a las obras de Astrología, evidentemente. Mi libro «Los relojes Cósmicos», primero se publicó en Estados Unidos y posteriormente en Francia, aunque mis primeros libros, como «L’Influence des Astres», han debido transcurrir diez años antes de que se publicara la edición inglesa, y aún resumida, es decir, no completa.
N.L. — Parece que su trayectoria profesional ha tenido un relanzamiento en estos últimos años.
M.G. — No tengo la misma impresión. Creo que mi mejor momento fue a principios de la década de los ochenta cuando se puso fin a una controversia mantenida con un comité de científicos americanos (CSICOP) sobre los efectos de la influencia de Marte en los campeones del deporte, que se veía muy reflejada en los medios de comunicación y también coincidió con una entrevista que realicé por televisión en un programa científico de gran audiencia. Desde entonces, sigo trabajando y muchas personas se interesan por lo que estoy haciendo aunque personalmente, tengo la impresión de que ya no avanzo.
N.L. — ¿Continúa haciendo algún tipo de investigación o ahora sólo se dedica a dar conferencias o seminarios, como el que próximamente impartirá en la Universidad de California?
M.G. — Lo que más me gusta es investigar. He recogido nuevos datos para replicar mis hallazgos relativos a las profesiones asociadas con cada planeta y sobre la posibilidad de un efecto de herencia planetaria entre padres e hijos. Me gustaría poder establecer que los efectos hallados para personas que han triunfado también se aplican a la gente corriente. He verificado varios experimentos pero no es tan fácil obtener resultados significativos. En uno de ellos, se han utilizado cuestionarios de personalidad, así por ejemplo, puedo establecer la hipótesis de que las personas en cuyo cuestionario muestran una extroversión elevada, tendrán a Júpiter en un lugar prominente en sus horóscopos. He hallado este resultado aunque no es tan significativo como esperaba. Esto puede ser atribuido a que las personas tienen dificultades en hacer una descripción de sí mismas o de los demás. También, en la última parte de mi libro «The Truth about Astrology», se incluía un cuestionario en el que los lectores, además de anotar sus datos natales, elegían entre una serie de tipos caracterológicos que, según ellos los describía mejor. También se añadía que pidieran a otra persona que les conociera bien que respondiese también al cuestionario para describirles. Con esta información obtuve una autoescala y una escala externa con objeto de balancear los sesgos —errores de apreciación. Mi próximo proyecto es desarrollar lo que en Psicología se llama «estudio de casos», y puestoque no es factible utilizar a gente común para el estudio de sus biografías, como lo hice cuando investigaba sobre la gente famosa, lo que ahora estoy haciendo es buscar distintos testimonos que describen a la persona para obtener una visión clara de la misma. Un amigo mío y profesor de la Sorbona, está muy interesado en mis investigaciones aunque no puedo decirlo abiertamente. Una alumna suya está realizando una investigación acerca de los cuestionarios de personalidad y le pedí a mi amigo que hablara con ella para que añadiese los datos de nacimiento a sus investigaciones. Ella aceptó hacerlo. La investigación todavía no ha concluido y no sé los resultados, pero gracias a ella, no sólo tendremos los datos de nacimiento y los cuestionarios sino también las descripciones que esta psicóloga ha hecho de las personas con las que se ha entrevistado. Estas descripciones tienen un valor mayor que las realizadas por conocidos o familiares allegados a la persona, puesto que ella es una psicóloga profesional.
N.L. — ¿ Cree usted que el futuro está en la investigación mediante los cuestionarios de personalidad?
M.G. — Soy muy escéptico en la utilización de dichos cuestionarios para la ínvestigacion astrológica ya que no fueron construidos con el propósito de probar la veracidad de la Astrología sino que su utilidad es facilitar una terapia mediante el diagnostico de la personalidad. Geofrey Dean escribió un artículo contrario a la Astrologí en el que solicitó a varios astrólogos que adivinaran los resultados que se iban a obtener en un cuestionario de personalidad, basándose sólo en la carta natal de varios sujetos. Y los astrólogos fallaron. Yo no pienso que este resultado descalifique a la Astrología, la situación de un astrólogo frente a su cliente es muy distinta cuando éste le formula preguntas a la situación que refleja el cuestionario de personalidad. Además, la validez descriptiva de los cuestionarios es fuente de controversia dentro de la misma Psicología.
N.L. — ¿Cuáles son sus proyectos de futuro?
M.G. — Bien, según la inedia de longevidad, aún me quedan 12 años de vida, y me sentiría más que satisfecho si pudiese replicar los resultados que se han obtenido hasta el presente. También estoy escribiendo un nuevo libro que tiene un título algo grandilocuente: «La Revolución Copernicana de la Astrología». En Astronomía, tuvieron que transcurrir unos quince siglos para hacer el cambio del sistema Ptolomeico al Copernicano. Creo que en la actualidad, gracias a los avances que se están efectuando en la investigación astrológica, estamos sacudiendo los fundamentos de la Ciencia y se va a dar un gran cambio en ella. Por esta razón, muchos científicos se sienten emocionalmente predispuestos en contra de la Astrología y no quieren «ver» la validez de las investigaciones que la prueban. La Astrología está socavando los cimientos de la Ciencia y, para ellos, la Ciencia es como una religión. Ésta, es la mayor oposición con la que me he topado. No es una oposición racional, como la del profesor Ertel cuando dice: «Podría haber tal o cual sesgo en la recogida de datos… » Mi impresión es que gracias a la red de investigadores, a la facilidad de las comunicaciones y al ahorro de trabajo que supone el acceso a la informática, estamos en condiciones de situar a la Astrología al lado de la Ciencia y no al de superchería.
N.L. — ¿Está releyendo a astrólogos de la Antigüedad y de la Edad Media para escribir este libro?
M.G. — He hallado algo verdaderamente curioso. Desde la Antigüedad, hay unos símbolos que se mantienen, por ejemplo, los significados planetarios. Desde los tiempos de Babilonia, los símbolos de Marte, Júpiter y Saturno, son muy parecidos a los actuales aunque los encarnasen dioses distintos de los griegos o los romanos. Lo más sorprendente es que actualmente, en el siglo XX, milenios después de la existencia de aquellos astrónomos/astrolólogos babilónicos, la investigación estadística moderna corrobora los antiguos símbolos. Por ejemplo, Marte simboliza la agresividad; Júpiter, la extroversión; etc. En este libro trato de seguir la evolución de la Astrología y busco sus raíces en el folklore por que forma parte de la misma naturaleza.
N.L. — Se ha planteado el hecho de que el cielo actual no es el mismo que el contemplado por los babilónicos ¿Puede ser Ciencia un cielo zodiacal —tropical— que no es realmente el cielo real —zodíaco sideral?
M.G. — ¿Y por qué no? Este problema también se lo plantean los científicos. Otra paradoja similar es: ¿cómo podemos explicarnos que los babilónicos tuviesen la intuición de que los planetas nos influyen, si hasta hoy en día no ha sido posible demostrarlo? Siempre he trabajado sobre la base del zodíaco tropical. Por supuesto, creo que el zodíaco si
deral también debe ser investigado. Pero la opinión acerca de si el zodíaco tropical es falso o verdadero depende de la idea que se tenga de la Astrología. Es cierto que las constelaciones por las que pasa el Sol no son las mismas que hace milenios, pero el primer día de la Primavera siempre es el mismo, tanto si el Sol se sitúa en Aries como en Piscis. Si un investigador quiere estudiar la influencia de las constelaciones, deberá considerar el zodíaco sideral, como es lógico.
N.L. — ¿Qué pensó usted cuando no encontró resultados significativos para el Sol, Mercurio, Urano, Neptuno y Plutón?
M.G. — Respecto al Sol pensé: «El Sol es una estrella y no un planeta, puede que su influencia sea más general», pero con Mercurio me siento descontento. Aunque es el planeta más pequeño del sistema solar, su descripción astrológica tradicional es muy clara. Tal vez no he sabido dar con el enfoque adecuado para este planeta. Con respecto a los planetas más allá de Saturno, creo que están demasiado lejos de la Tierra y se mueven con demasiada lentitud. No pienso en la casualidad al haber hallado resultados positivos para los cuatro planetas que podemos ver desde la Tierra a ojo descubierto y para la Luna. Es posible que el ser humano no tenga capacidad de respuesta ante planetas que, o se hallan demasiado lejos, o están muy próximos al Sol y no podemos distinguirlos.
N.L. — Parece, Sr. Gauquelin, que su punto de vista sugiere que hay un efecto físico de los planetas sobre el ser humano.
M.G. — En el pasado mantenía una posición muy «científica» y estaba seguro que una explicación de tipo físico podría explicar mis hallazgos. Ahora ya no siento aquella seguridad, aunque nuestro conocimiento científico todavía es mejorable y podría ser que en futuro se descubriese esta influencia física. Mi posición actual es creer que existe una especie de sincronicidad entre el ser humano y los planetas. No me gusta demasiado esta explicación porque no se puede probar, sólo se puede aceptar. Otro tipo de explicaciones, con las que ofrece el simbolismo, no me convencen porque en ellas hay mucho de religión. Si usted ha leído mis libros, encontrará en ellos mi posición anterior, pero ahora he cambiado. Los hechos me han demostrado que debo ser más abierto. Por ejemplo, cuando Marte en su órbita se acerca a la Tierra, su efecto no es tan intenso como cuando se halla en su punto mas alejado de ella. La Ley del efecto de Newton no se cumple.
N.L. — ¿Ha realizado esta investigación?
M.G. — Sí, aunque solamente con Marte, porque su aproximación o alejamiento de la Tierra a puede aumentar su distancia cuatro veces más. Si el efecto de los planetas sobre el ser humano fuese algo físico, se intensificaría en las fechas de mayor acercamiento y disminuiría con la distancia.
N.L. — ¿Quiere añadir algo más?
M.G. — Me gustaría manifestar hasta qué punto me siento satisfecho de ser entrevistado por los componentes de MERCURIO-3. Recibo esta revista desde el primer número y realmente estoy sorprendido por la calidad y seriedad de los artículos que se publican en esta revista. Creo que su calidad es muy superior a la mayoría de las revistas astrológicas que se publican en el mundo. Yo deseo que el público español, interesado por la Astrología seria, haga honor a esta publicación y le dedique toda su atención y respeto para que logre el éxito que sin duda alguna
se merece.