Esta imagen me parece una excelente metáfora de lo que supone la modernidad respecto al pasado: el reconocimiento de que el universo es mucho más complejo de lo que creemos, mucho más de lo que cualquier receta simplificadora nos pueda ofrecer, mucho más de lo que cualquier mente racionalista tradicional presuma controlar. Por supuesto, sigue habiendo un orden detrás pero mucho más complejo de lo que cualquier humano pueda concebir, al menos racional y conscientemente.
Actualmente nuestro conocimiento del Sistema Solar es muy superior al de hace apenas un siglo. Hemos pasado del ordenado y simple sistema tradicional a uno complejísimo conformado por muchos cientos de cuerpos celestes que incluyen los ocho planetas del sistema solar, sus respectivas lunas, los planetas enanos, los asteroides, los cometas, y otros cuerpos más pequeños. Y lo que falta (¿un 9º planeta en breve?).
Y lo más importante astrológicamente: aunque todos estos «nuevos» cuerpos celestes permanecen en nosotros como otra impronta cósmica -como marcadores de nuestro tiempo interno y como la melodía de nuestra alma- todo ello debe tomarse con extrema prudencia. Sí confío que todos estos nuevos factores astronómicos correlacionan con factores psicológicos pero pienso que la gran mayoría de ellos son demasiado profundos y sutiles, inalcanzables o extremadamente confusos para nuestro saber y madurez psicológica actual. La modernidad nos ha vuelto a las cavernas.
Recientemente, en nuestra web (cosmograma.com) hemos incluido muchos de estos cuerpos (y otras variables) lo cual abre un universo de posibilidades. Disponer de la posición de asteroides y, sobre todo, de planetas enanos como Ceres, Makemake, Haumea, Eris o Sedna, nos abre nuevas rutas a explorar. Hablamos del I+D en astrología. Si os interesa podéis confiar en un artesano de las estrellas como Andrés Zaragoza quien lleva tiempo investigando sobre todo ello e incluso ofrece en su Postgrado de Astrología Evolutiva valiosa información al respecto.
Pienso que desenmarañar todo esto será el problema de los astrólogos del futuro lejano. Yo me mantendré abierto y curioso a los planetas enanos aunque mi motivación en astrología se centra en poder atrapar científicamente lo más elemental, no darlo por supuesto.
Ante el problema de la hipercomplejidad moderna, creo que lo clave es el no perder de vista que hay una jerarquía. Creo que muchos modernos dan más importancia a Quirón, por ejemplo, o al mismo Plutón, antes que a los planetas. Se pierden en el detalle… no ven el bosque por el nuevo árbol que han descubierto.
No sé si será porque ya de antemano estoy convencido que no se puede -o no puedo- con estos niveles de complejidad, pero renuncio a explorarlo más allá de la curiosidad. Mi trabajo en astrología intenta priorizar la solidez y a combatir la especulación y la ambigüedad así que supongo que es cuestión de valores y prioridades.
Algunos astrólogos tradicionales plantean como criterio para descartar variables astronómicas su visibilidad a simple vista (lo cual nos hace quedarnos con los planetas tradicionales «casualmente»). También justifican esta elección hablando de que funcionan mejor.
Esto me hace plantearme algunas preguntas:
1) ¿Es la visibilidad un criterio tan bueno para valorar la importancia de un parte de un sistema?
Lo digo porque dudo que el «efecto» de todos estos cuerpos celestes dependa de ello. Creo que podríamos estar cayendo en ese paradigma que antepone lo visible por su relación con los ojos y la conciencia.
De hecho pienso que habrían otros criterios de importancia a tener en cuenta como quizás la masa, la cercanía al Sol o a la Tierra, el tamaño…
2) ¿Es razón suficiente para descartar cuerpos celestes el hecho de que la complejidad complique la interpretación, sea imposible de analizar con rigor aislando variables o simplemente sean jerárquicamente menos importantes?
Creo que considerar problemas metodológicos como justificación para descartar cuerpos celestes para siempre variables es confundir epistemología con ontología. Que el modo de acceder a un saber tenga limitaciones no implica que la realidad esté limitada.
El modelo detrás es sistémico y difícilmente obviar variables para que nos quede limpio y fácil será un buen negocio. Pagaremos las consecuencias de simplificar la realidad. Repito que no estamos en un laboratorio donde podamos permitirnos ese lujo.
3) Nos pasamos la vida diciendo que una cosa funciona y la otra no tanto, o sí pero matizando, bla bla bla ¿Qué significa exactamente que funcione?
Hay quien dirá que lo que funciona es el modelo en sí mismo. Que el modelo astrológico se fundamenta sólidamente en unos principios de los que luego todo deriva deductivamente de forma que está completo y es perfectamente armónico.
Otra forma de entenderlo, más moderna, implicaría esa necesidad de definir variables, controlar y contrastar con datos observables, pero de forma sistemática, controlando sesgos (sesgo de confirmación y todo tipo de errores en la inducción). No hace falta irnos a Quirón, por supuesto que no, solamente sería preguntarnos ¿Cómo se podría validar que Saturno se relaciona con lo que decimos y en cambio no lo que decimos de Plutón como regente de Escorpio?