El principio de singularidad

Considero que la calidad de la interpretación de una carta natal se refleja notablemente en el grado de distinción que esta presenta en comparación con interpretaciones previas realizadas a otras cartas natales.

El lenguaje simbólico, su abstracción, el sesgo del intérprete y otras características de lo astrológico pueden llevar a la repetición de explicaciones y el caer en generalidades.

Sin embargo, cada persona es un universo (o el universo en un momento diferente) y nuestras explicaciones, considero, deberían poder captar especialmente las diferencias.

Es cierto que cada persona vive en el mismo universo y pueden haber puntos comunes que son importantes de explicar, pero en tanto queramos defender la carta natal como herramienta útil para el autoconocimiento, debería poder ser lo suficientemente sensible y específica.

De hecho, uno de los mayores enemigos de la astrología es el Efecto Forer, el cual describe la ilusión de que una explicación de personalidad muy general la percibimos como extremadamente personalizada y certera.

Por ello, el feedback positivo de un consultante (o el propio) no es una prueba de validez. Hay que ser un poco malpensado.

Por último, ya hemos dicho que dos cartas natales deberían ser interpretadas de forma lo más diferente posible, pero ¿y la misma carta natal pero perteneciente a dos personas diferentes?

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