La astrología como herramienta terapéutica (+ English version).

Después de un trabajo arduo hoy os comparto un escrito asociado a la ponencia que estaré realizando hoy mismo en el 37º Congreso Ibérico de Astrología celebrado en Málaga (17, 18 y 19 de Junio).

Este artículo ha sido publicado (una versión reducida en español e inglés) en las revistas Stellium, International Astrologer y Journal Transpersonal Research.

El artículo pretende asentar las bases de una revolución en astrología, una astrología que integra lo no astrológico para evitar el vacío y la especulación, así como otros muchos problemas que me motivan a propugnar un cambio radical. Si alguien no identificara lo revolucionario en toda esta propuesta le recomiendo esta entrada.

Aquí lo tenéis en pdf para facilitar su impresión y lectura: PULSAR AQUÍ

Y un excel para convertir una carta natal en arquetipos dominantes siguiendo el criterio explicado en el artículo: PULSAR AQUÍ (vídeo tutorial: AQUÍ )

ENGLISH VERSION: (traducción de Esther Andreu): (HERE)

EL VÍDEO DE LA CONFERENCIA (recomendable antes de leer el artículo):

La astrología como herramienta terapéutica. Estudio de un caso de duelo complicado.

Aleix Mercadé

37º Congreso Ibérico de Astrología

19 de junio de 2022, Málaga

RESUMEN: La astrología es una práctica milenaria que está en crisis por sus numerosos problemas internos y su resistencia al rigor científico. Este artículo revisa dichos problemas y propone tentativa y constructivamente una alternativa basada en la integración de la experiencia astrológica y los conocimientos del siglo XXI en psicología. Se describe un caso donde se utilizó la astrología como herramienta en el tratamiento psicoterapéutico a Teresa, una mujer en profunda crisis de sentido vital después de la pérdida traumática de su hijo de 15 años en un accidente de tráfico. El artículo intenta asentar las bases de la utilidad de la carta natal (mapa del Sistema Solar en el momento y lugar del nacimiento) para personalizar la evaluación y el tratamiento. 

Palabras clave: astrología, terapia experimental, psicología transpersonal,  filosofía, existencialismo, interdisciplinariedad, astrología integral, espiritualidad, duelo, sufrimiento, trauma.

1. Un paradigma en crisis

La astrología adolece de una serie problemas e inconsistencias que obligan a revisar muchos de sus fundamentos y corpus de conocimientos. Mi motivación por dicha revisión no se basa en el desprecio a esta disciplina sino en el amor a un conocimiento que puede mejorar como lo han hecho y lo hacen todos los conocimientos humanos.

Estos problemas e inconsistencias están ante nuestras narices, es algo fácilmente observable y comprensible en el ejercicio práctico y aplicado de esta disciplina. Lo único que se necesita para verlo es una actitud mínimamente crítica y cierto desapego de nuestra identidad (y orgullo) con la astrología.

Hay una serie de situaciones que hacen sospechar de que algo no va bien en el ejercicio del astrólogo con el consultante:

I. Parece más importante la carta natal que la persona que tenemos delante, es decir, el mapa se impone al territorio. En consecuencia, una consulta astrológica suele consistir en “interpretar la carta natal”, entrando así en una descripción y análisis conceptual basado en lo puramente astrológico.
II. Durante este análisis, el lenguaje usado suele ser muy abstracto y ambiguo, de alto grado inferencial, fruto de los lenguajes simbólicos1, dificultando mucho la comprensión del mismo y facilitando así fenómenos cognitivos como el efecto Forer, el cual supone la percepción subjetiva, por parte del consultante, de un alto grado de acierto en el análisis psicológico a pesar de no ser así.
III. Se ignora que las circunstancias (factores no astrológicos) posibilitan y, a la vez, limitan el abanico de posibilidades de expresión concreta de un símbolo astrológico. Es decir, las circunstancias actúan como catalizador que concreta la infinitud (amplitud probabilística) de lo arquetipal, de igual manera que el fenómeno cuántico, de naturaleza probabilística, colapsa y se determina cuando el entorno le presiona para ser (para existir concretamente).
IV. El astrólogo, durante el análisis, suele proyectar su personalidad, valores y preferencias personales, sesgando y proyectando su propio mapa al consultante, lo cual supone un riesgo para éste así como una flagrante violación ética.
V. El corpus astrológico se presupone verdadero, deviene dogma. Existe una masiva asunción de sus conceptos y principios, una credulidad ingenua a un conocimiento teórico del que se deduce todo. En los casos más extremos incluso se rechaza que sea un conocimiento conceptual, como si fuera puro sentir sin mente, lo cual sabemos que no es así (Mercadé, 2012).
VI. En general, y relacionado con el punto anterior, la inducción brilla por su ausencia y el astrólogo fundamenta sus juicios en su propia autoridad semidivina o en textos que son considerados sagrados, subestimando y negando los avances sapienciales de los últimos siglos y décadas, la falibilidad humana, la existencia del sesgo y la subjetividad como contaminante2. Pienso que sobran las repeticiones de lo dicho -los refritos- (y el abuso de la deducción) y hace falta la observación curiosa y crítica (la inclusión del método hipotético-deductivo).
VII. Las divergencias irreconciliables entre corrientes y escuelas astrológicas, en vez de motivar una revisión y el debate constructivo, permanecen como tabú, seguramente por falta de métodos fiables que permitan contrastar las ventajas y desventajas de cada perspectiva.
VIII.No se reflexiona sobre las consecuencias de que el lenguaje simbólico pueda concretarse de forma múltiple y que, a priori, sea imposible estar seguro de cómo una carta natal se va a concretar (desarrollo horizontal). Es decir, un mismo arquetipo se puede concretar en diferentes conductas y, a la vez, una misma conducta puede manifestarse como resultado de diferentes arquetipos astrológicos.
IX. Tampoco se reflexiona sobre el hecho de que la carta natal es un potencial (desarrollo vertical) y no puedes decir que alguien es de una manera u otra desde la carta natal, obviando así todos los factores no astrológicos que posibilitan o dificultan el despliegue de dicho potencial.

Fundamentos astrológicos. Desarrollo vertical y horizontal. Diferentes sujetos con una misma carta natal podrían desarrollarse, según circunstancias, en grados diferentes (nada, poco, normal o mucho) y esto sería el desarrollo vertical.Cuanto más arriba mayor desarrollo. Por otro lado, se podría desarrollar, también por circunstancias, de una manera, u otra, u otra… (tipo 1, 2, 3, 4, 5…) y éste sería el desarrollo horizontal. Así pues, en una lectura en frío, solamente a partir de la carta natal, sin saber las circunstancias de la otra persona, no podríamos definir en qué punto se encontraría del desarrollo de su carta natal. No sabríamos si mucho o poco o de una manera u otra.

X. Olvidamos que la astrología es una disciplina sistémica y, en vez de eso, se incurre en interpretaciones de recetario sesgadas, sobre todo en el caso de las astrologías más populares.
XI. A pesar de que continuamente los astrólogos conectamos lo simbólico a todo tipo de cuestiones mundanas (psique, cuerpo…) existe un escaso interés en ser interdisciplinar, como si un astrólogo pudiera ser solamente astrólogo. En nuestra sociedad se ha perdido esa figura de sabio interdisciplinar que siempre había ido de la mano de los astrólogos del pasado.
XII. Parece que hemos olvidado que tenemos entre manos un conocimiento extremadamente sutil y lo pretencioso que es creer que lo dominamos o que hay quien lo domina.
XIII. Como es propio de nuestro tiempo, vistos todos los olvidos e ignorancias anteriores, existe una importante falta de humildad, espíritu crítico, paciencia y profundidad intelectual y espiritual.

2. Revolución

La astrología actualizada que propongo es una astrología que integra pasado, presente y futuro; arte, ciencia y espiritualidad (Mercadé, 2021a). Abraza la sabiduría de la tradición, pero sin idolatrarla, consciente de sus límites. Agradece la integración de miradas psicológicas como la de Liz Greene y Howard Sasportas, o la espiritualidad de Richard Tarnas o Eugenio Carutti, pero con el espíritu crítico y científico de nuestro tiempo.

La revolución que propongo mantiene elementos esenciales como la mirada sistémica y holística. La astrología es así una matriz universal que lo compatibiliza todo, lo cual la convierte en la disciplina más interdisciplinar, es decir, la que más necesita saber sobre otras disciplinas. Debido a la naturaleza profundamente estructural y poco superficial de la astrología, ésta se ve obligada a estar en estrecho vínculo con los conocimientos específicos referidos por los conceptos astrológicos. Por ejemplo, si hablamos de la importancia de la comunicación para Géminis tendremos la oportunidad de comprender este arquetipo mejor que nunca si nos adentramos en lo que actualmente se sabe sobre la comunicación, comprensión que no tuvieron ocasión de acceder los astrólogos del pasado. Lo mismo ocurre cuando hablamos de personalidad, comportamientos, emociones problemáticas, emociones placenteras y otros conceptos psicológicos. La psicología ha madurado mucho en relación a las últimas décadas. Existen infinidad de conocimientos que permiten -al astrólogo que pretenda ayudar a conocerse y desarrollarse- disponer de mayor solidez y profundidad en los análisis astrológicos. Sería una gran limitación, por lo tanto, hacer astrología sin psicología como lo sería hacer química sin física o economía sin matemáticas.

Esta astrología sería holística y sistémica por su marco infinitamente integrador, no obstante en sí misma, como herramienta, sería una más. Es decir, propongo hacer terapia con astrología, no astrología con terapia.

Filosóficamente hablando, esta astrología no sería reduccionista y entendería que el arquetipo actuaría como una especie de función matemática que transformaría las circunstancias del entorno en realidades determinadas. Esta interacción entre las circunstancias y la carta natal estaría mediada por un sujeto simbólico (los seres humanos). Por supuesto, todo esto es muy especulativo. Digamos que el ser humano se vería impregnado por el sistema solar (por su estructura y calidad), lo cual actuaría fractalmente3 en su interior simbólico y esto, a su vez, interactuaría con las circunstancias4 del individuo, materializando así una particular forma de vivirlo.

Otra importante característica de la revolución que propongo es que esta astrología no rechazaría la ciencia ni el pensamiento crítico asociado, pues este rechazo lleva al reduccionismo, limita nuestra mirada. Pienso que es un mal planteamiento rechazar algo por sus límites en vez de valorarlo por sus posibilidades. Es pensamiento limitante en estado puro. No creo que haya una mirada mejor o peor, sino un conjunto de miradas a combinar sabiendo lo que cada una puede aportar. Todo tiempo pasado ha tenido sus marcos teóricos y por ello es importante tomar consciencia de que los astrólogos solemos practicar una astrología contaminada de muchos principios metafísicos desfasados (en el caso de la astrología tradicional) y conceptos propios de marcos demasiado restrictivos, y a ratos ingenuos, como el de la teosofía, el psicoanálisis y el New Age (en el caso de la astrología psicológica). 

Por supuesto integrar la ciencia en lo astrológico supone un reto epistemológico mayúsculo pero permitiría superar muchos problemas: 

1) Aportaría formas de controlar los procesos de inducción y deducción aportando creativas metodologías cualitativas y cuantitativas. 

2) Fomentaría el espíritu crítico y minimizaría verdades basadas en la autoridad. Pienso que autores como Geoffrey A. Dean (2016) o Julián García Vara (2016) serían buenos ejemplos.

3) Dispondríamos de un conocimiento más sólido y menos dado a las especulaciones extravagantes más subjetivas. Ya expuse en el anterior congreso evidencias experimentales para afirmar la realidad de lo astrológico (Mercadé, 2019a)

4) Abriríamos la dimensión interdisciplinar en toda su envergadura. Se podría establecer puentes con la Física, como fue el caso de Demetrio Santos (1978), o con la biología, haciendo especial mención a José Luna (2022) y su reciente disertación sobre posibles relaciones entre lo astrológico y la epigenética.

5) Gozaría de una mayor aceptación social y apoyo institucional, pues aunque seguiría siendo parcialmente pseudocientífica se iniciaría un interés exponencial por parte de muchas mentes y almas brillantes (no caigamos en el prejuicio de que un científico no pueda ser sensible y espiritual).

Así pues, el estudio riguroso en astrología supondría poder cuantificar lo astrológico, de lo cual existe cierta tradición y algo que los programas de astrología han desarrollado desde múltiples criterios. Comparto de forma resumida (sin entrar en todas las excepciones y matizaciones) el criterio que personalmente uso al buscar correlaciones entre diferentes fenómenos psicológicos y lo astrológico:

También comparto algunos resultados provisionales con algunos fenómenos psicológicos:

En la práctica un Sol conjunto a Saturno en Cáncer contaría como “Capricornio”. Es decir,  tal como se podía comprobar en el cuadro 1 (criterio de cuantificación) uso los conceptos de los signos para agrupar cualidades arquetipales como la de los signos y planetas. En el cuadro 2 he seleccionado los arquetipos que resaltaban sobre el resto. Por ejemplo, en el caso del Síndrome de Asperger (gráfico 1) se dieron estos porcentajes:

Todos estos resultados deben tomarse con sumo cuidado. Son resultados a partir de muestras muy reducidas (n=25 de media), con un muestreo del tipo bola de nieve y un tratamiento estadístico deficiente. Estos resultados se apoyan más en el análisis de casos más que en estrategias cuantitativas por lo que en ningún caso deben generalizarse dichos resultados sino tomarse como punto de partida hipotético para futuros estudios. Y es que el gran reto de la investigación cuantitativa astrológica, además de contar con criterios de cuantificación de lo arquetipal (cuadro 1), es contar con extensas bases de datos de calidad.

Para aquellos astrólogos que rechazan que lo científico pueda formar parte de lo astrológico solamente me limitaré a plantear la siguiente situación: 

¿Podrías discriminar la carta natal de una persona de otra falsa solamente hablando con esa persona con cierto grado de profundidad? 

Si la respuesta es que sí, entonces estarías aceptando una forma de atrapar científicamente lo astrológico, pues repitiendo esta prueba se estaría demostrando algo presuntamente imposible. Sin embargo, si la respuesta fuera que no, entonces te plantearía las dos preguntas más incómodas: 1) ¿entonces qué información puedes obtener a partir de una carta natal? y 2) ¿entonces por qué sueles hablar en términos contrastables?

Como puede deducirse, es difícilmente defendible el resistirse a aceptar que la astrología pudiera cientificarse.

Por descontado, la astrología que propongo no sería íntegramente científica pues también cabría la sabiduría y sensibilidad filosófica, artística y espiritual a la que actualmente tenemos acceso.

En conclusión, por todo lo expuesto en este apartado, mi propuesta es que la astrología se deje influir por su tiempo, permitiendo que transmute, que madure, lo cual por supuesto tendrá también sus problemas.

3. El modelo terapéutico-clínico

Este modelo se fundamenta en la importancia del contexto y otras dimensiones no astrológicas a la hora de analizar una carta natal. Esto supone que en una consulta se explora el territorio, es decir, se pregunta al consultante sobre su vida, sus circunstancias, sus relaciones, su sentir, pensar y hacer. Ello permite analizar de qué manera vive y ha vivido la carta natal, permite calibrar cómo y cuánto está desarrollando su potencial y cómo ha sido dicho desarrollo. Sabemos que dos personas con la misma carta natal -por venir de padres con cartas natales, genéticas y contextos socioculturales diferentes- viven vidas muy diferentes5

De esta manera la astrología se convierte en una herramienta (siempre lo había sido), en un mapa que nos acompaña y usamos para lo que es nuestro objetivo principal: ayudar a que el consultante se entienda, se conozca, comprenda cuáles son sus fortalezas y debilidades, tanto las ya desarrolladas como las que pueda haber en potencia, y ello siempre desde lo que actualmente es una realidad, con tal de poder visualizar en qué punto del camino se encuentra, qué obstáculos le impiden avanzar o que simplemente podrían mejorar.

Es crucial subrayar que este modelo hace especial hincapié en los problemas significativos del momento para el consultante6, así como su realidad, evitando especulaciones o hablar de posibilidades improbables. Así pues, existe un interés genuino por la persona, un respeto y un acercamiento humilde, reconociendo de entrada la propia ignorancia a la hora de poder afirmar nada categóricamente. Se hace astrología desde la flexibilidad y no desde la certeza, lo cual también presupone cierto trabajo personal por parte del astrólogo para evitar contratransferencias contraproducentes.

Tengo la convicción de que los conocimientos que actualmente disponemos sobre psicología son especialmente útiles para la práctica astrológica. Es cierto también que para hacer terapia o para diagnosticar es necesario ser psicólogo clínico por lo que hay que ir con cuidado con no invadir dichas competencias, sin embargo, tanto para el astrólogo que le interesa usar la astrología para entender a otras personas a nivel psicológico como para terapeutas en general, este enfoque permite análisis astrológicos infinitamente más profundos y certeros, así como permite dar consejos mucho más útiles y personalizados. 

Así pues, entrando más en detalle, ¿qué es lo que aporta la astrología en el contexto terapéutico?

  1. La carta natal es un mapa más que, triangulando con otras herramientas y conocimientos terapéuticos, permite conocer el territorio con mucha más claridad y profundidad. 
  2. Se pueden estudiar cartas natales parecidas a la de nuestro consultante y usarlas como modelado, tanto para inspirar comportamientos modélicos a imitar como aprendizaje de comportamientos a evitar.
  3. Cuando se analiza la aparición de problemáticas o devienen cierto tipo de experiencias, los tránsitos y sinastrías permiten identificar más rápidamente qué está pasando, qué hay en juego, qué temas tenemos ante nosotros. Esto es especialmente útil cuando el diagnóstico es confuso.
  4. Podemos entender por qué tenemos algunos patrones energéticos que nos hacen tener tendencia a vivir ciertos acontecimientos; por qué atraemos ciertos sucesos o personas. Algo muy especial de la astrología es que su naturaleza sistémica permite comprender nuestra carta natal como si fuera una molécula con determinados enlaces al exterior diseñados para atraer o repeler cierto tipos de moléculas, favoreciendo determinadas conexiones y dificultando otras. Esto no debe jamás plantearse en términos de culpabilidad. Nosotros no causamos sufrir un abuso o que un familiar sufra un accidente. Somos parte de multitud de sistemas donde todos los involucrados interaccionan con todos.
  5. El lenguaje simbólico, lejos de determinar, permite abrir opciones. Cada arquetipo es múltiplemente realizable por lo que el lenguaje astrológico es especialmente útil cuando una persona esté viviendo de forma muy rígida. Es decir, la carta natal le propondrá creativamente todo tipo de actividades que, manteniendo la motivación esencial, sustituyan la conducta problemática. O si no hay conducta problemática a sustituir, simplemente propondrá actividades afines.
  6. La carta natal permite tener una comprensión global de quiénes somos lo cual es útil para definir objetivos con una alta carga de sentido y propósito vital. Esto es especialmente útil después de crisis por situaciones límite o como problema típico de nuestro tiempo.
  7. El modelo de la carta natal ya presupone una estructura sistémica interna (y no solamente externa) que nos permite visualizar y naturalizar que, como individuos, somos internamente seres múltiples, con distintas facetas y subpersonalidades que pueden estar relacionadas entre sí de diversas maneras.
  8. La carta natal facilita sobremanera la autoaceptación y aceptación de las diversas maneras de ser, de forma independiente a la normalidad dictada por nuestro entorno. Es decir, permite aceptar nuestras rarezas, permite conciliarnos con nuestra normalidad singular. 

Existirían otros aportes de la astrología aunque serían menos exclusivos, como el hecho de que posibilita la reflexión y la tranquilidad de poner palabras a hechos, emociones y comportamientos que nos generaba demasiada angustia o incertidumbre.

4. Estudio de un caso 

4.1. Exploración del territorio

A continuación vamos a ver el caso de Teresa, de 47 años, mujer que tuve en consulta hace 10 años, y a quien he cambiado el nombre y otros datos biográficos por cuestiones de privacidad. Teresa vino a consulta porque quería encontrarse mejor y conocerse, saber qué hacer con su vida, encontrar sentido a su vida. Viene después de una noche de desesperación, de haber sufrido mucho por encontrarse muy mal aunque luego sabría que llevaba desorientada y sufriendo muchos meses atrás. Su marido la animaba a hacer terapia desde hacía mucho tiempo. Desde el primer momento se mostró muy amable y muy entregada. No había hecho terapia psicológica nunca pero confiaba en que le fuera a servir7.

El análisis que viene a continuación contiene elementos analizados durante la consulta y recientemente, muchos años después de terminar las consultas. El objetivo principal es mostrar un ejemplo de cómo el uso de la carta natal puede facilitar el trabajo en un contexto de terapia8

Quisiera aclarar que el modelo terapéutico-clínico es compatible con muchos estilos y enfoques psicoterapéuticos. Sin embargo, este modelo tiene como principio innegociable el interés genuino y empático con el consultante así como la priorización del territorio sobre el mapa (importa más la persona que el mundo conceptual que conforma la astrología), por lo que el uso de la carta natal es el justo y necesario, sin abusos.

Teresa trabajaba en una multinacional en el sector de las telecomunicaciones. Ella estudió una ingeniería y estaba muy bien considerada en el sector. Venía de una familia muy religiosa (catolicismo) y ella misma era creyente aunque ahora (en el momento de la consulta) reportaba estar en crisis de fe. Está casada y tiene 3 hijos. Hacía dos años su hijo menor, Alberto, de 15 años, había fallecido en un accidente de moto después de un fallo mecánico muy improbable (la moto estaba en buen estado). Su padre conducía la moto, quien sobrevivió con pocas secuelas físicas. Iban por la ciudad a una velocidad no demasiado elevada pero durante la caída Alberto tuvo mala suerte y el impacto fue fatal y no hubo posibilidad de salvarlo. Murió a las pocas horas.  

Al principio de la consulta debe recogerse la mayor y mejor información posible con tal de personalizar al máximo, con tal de conocer el caso de la forma más específica y global. Ya tendremos tiempo de pensar el caso aplicando todo tipo de marcos teóricos y generalidades como los que la psicología y la astrología9 ofrece. Para ello usé como técnicas principales la entrevista abierta y autorregistros.

Así pues, con tal de recoger más información, exploramos lo siguiente: 

1) Qué comportamientos, emociones y pensamientos tuvo durante la noche de desesperación que desembocó en la petición de ayuda de un terapeuta. También saber el antes y después.

2) Qué relación tenía con Alberto, su hijo fallecido.

3) Qué relación tenía con su marido. Relación con los otros dos hijos y otros familiares como sus padres.

4) Qué aficiones, pasiones o actividades había tenido que pudieran servir como inspiración para el futuro. 

5) Cómo había sido su vida espiritual antes y después. 

6) Su relación con la muerte en el pasado y actualmente. 

Toda la información recopilada fue de gran ayuda para entender el caso de Teresa. Parecía estar viviendo una profunda crisis de sentido vital, tal como ella mismo me había explicado. No era algo nuevo pues nunca había tenido demasiado claro lo que le motivaba pero ahora la crisis era otra cosa, mucho más profunda y dolorosa. 

Era evidente que no había hecho el duelo con su hijo y que sería el tema central de nuestras sesiones y el punto de partida para poder abordar la cuestión del sentido vital. En su momento no apliqué ningún test que me permitiera verificar rigurosamente su diagnóstico pero me apoyé en literatura científica afín (Worden, 1997).

Teresa presentaba una serie de problemas físicos, emocionales, cognitivos y conductuales, la mayoría de ellos desde hacía muchos meses (8-9 meses). A nivel físico: hipertensión, una dolorosa presión constante en el pecho y sensación de vacío en el estómago, tensiones musculares en varias partes del cuerpo como el cuello, problemas de digestión, falta de energía y apetito, e insomnio. Posiblemente su sistema inmunológico estaba especialmente debilitado debido al estrés permanente. A nivel emocional: mucho dolor, tristeza, un profundo vacío, soledad, impotencia y culpa por diversas cuestiones que iremos tratando. No aceptación de la muerte del hijo. A nivel cognitivo: baja valoración personal (baja autoestima y confusión sobre su identidad), pensamientos de incredulidad y no comprender que Dios se hubiera llevado a su hijo, negación del propio Dios, obsesión por comprender cómo habría sido evitable lo ocurrido (qué hubiera pasado si se daban otras circunstancias), dificultad para recordar momentos positivos con Alberto, autocuestionamiento como madre, convicción de que no iba a superarlo, que no podría nunca ser feliz. A nivel conductual: comportamientos autodestructivos como consumo compulsivo de tabaco, aislamiento social, mantenimiento de la habitación y objetos de Alberto y una búsqueda hiperactiva de respuestas imposibles.

Con Alberto tenía muy buena relación aunque eran muy diferentes. Ella es una persona muy racional, mental y práctica, muy trabajadora y servicial, mientras que Alberto era una persona caótica, muy creativa, emocional y empática. El marido recibió tratamiento psicológico desde el accidente y ya le habían dado el alta meses atrás. El único tema de conflicto era el mantenimiento de la habitación intacta de Alberto. En lo demás se mantenía comprensivo y apoyaba incondicionalmente a Teresa. Fue el marido que animó a Teresa a buscar ayuda aunque ella no creía mucho en psicólogos y prefirió buscar alguien que tuviera un enfoque más alternativo por lo que le gustó mi enfoque que mezclaba astrología y terapias como la PNL (Programación Neurolingüística)10. Así pues, con su marido tenía una buena relación aunque no hablaban sobre Alberto, igual que con sus otros dos hijos (18 y 20).

Siempre le habían gustado las terapias alternativas como la medicina tradicional china y la astrología. Estudió naturopatía y quiromasaje, aunque nunca se ha dedicado a ello pues su trabajo le había absorbido. Años atrás se planteó cambiar de profesión hacia las terapias alternativas pero finalmente renunció a esta idea. 

Teresa estaba viviendo una crisis de fe religiosa. Había dejado de creer en Dios después del accidente pues “no le cabe en la cabeza” que Dios hubiera permitido la muerte de su hijo que era tan buena persona.

Cuando era pequeña vivía en una familia con estilo parental autoritario, muy exigente y poco emocional (pocas muestras de afecto y cariño), también con los duelos. Tenía una mascota, un perro, y cuando se murió por accidente dice que lo pasó muy mal y que no entendía por qué ya no estaba. 

4.2. Análisis del mapa

Al calcular la carta natal obtenemos una representación de cómo estaba configurado el Sistema Solar -y cómo se observaba localmente- en el momento de nacimiento de Teresa. Cada astrólogo aplicará los criterios y las variables que considere óptimas aunque, tal como decía al principio del artículo, pienso que es urgente buscar maneras de identificar los denominadores comunes fiables, los factores verdaderamente relevantes con tal de discriminarlos de otros poco significativos. Y ello no a través del consenso dentro de la comunidad astrológica sino por métodos de verificación objetivos. 

En mi caso practico una astrología minimalista, “de poda”, fuertemente jerarquizada diferenciando niveles esenciales y otros más especulativos y arbitrarios. No uso aspectos menores como el semisextil o el quincuccio (y  con el sextil y el trígono relativizo mucho su impacto). El sistema de casas que he elegido aquí es Plácidus aunque sobre todo me fijo en planetas cercanos a los puntos cardinales11. El software usado es el que de forma online y gratuita ofrece la web de Cosmograma12

Teresa nació el 10 de setiembre de 1965, a las 16:30, en Madrid (España):

Lo más esencial en esta carta natal sería fijarse en los 4 planetas en Virgo donde encontramos el Sol y el regente solar13, y dos planetas transpersonales. La casa 8, si seguimos el modelo de casas que la considera análoga14 a Escorpio, enfatizaría los rasgos plutonianos. Teresa nació en Luna Llena, con la Luna en Piscis junto a Saturno, regente del AC.

A mi modo de ver, el grueso de la carta natal estaría en lo descrito antes. Marte y Neptuno en Escorpio en C.10 será útil de analizarlo en algún momento, así como Júpiter en Géminis y Venus en Libra.

Podríamos confirmar el anterior análisis con el criterio de investigación (cuadro 1) y que nos daría lo siguiente: 

En las páginas siguientes iremos entraremos en el significado de la carta natal, análisis que haremos siempre a partir de la información real recopilada, evitando así divagaciones sin sentido.

Quisiera añadir que conocer la carta natal de Teresa también facilitó la alianza terapéutica pues aumentó la probabilidad de conexión, autenticidad, confianza y empatía. En este caso era un perfil muy mental y Venus facilitó desde el primer momento el diálogo y el debate educado y constructivo. La Casa 7 en Cáncer, cuyo dispositor sería la Luna-Saturno, hacía del encuentro en terapia algo casi mágico, aunque se observaba que el agua en su carta natal era algo que no acababa de fluir.

Cuando tengo una carta natal delante siempre me hago muchas suposiciones de cómo estará la persona viviendo y desarrollando su carta natal. En el caso de la oposición Virgo-Piscis de Teresa, después de escuchar la historia, ésta no parecía estar integrada. Incluso llegué a pensar que raramente visitaba el polo lunar. Como ingeniera (aunque su trabajo estaba más cerca de la gestión de equipos y consultoría) se había polarizado en su lado Virgo. Todos sus variados intereses (naturopatía y quiromasaje) podían ser juzgados bajo dicho signo. Incluso la astrología era para ella una forma de analizar y controlarlo todo.

Así pues, a pesar de tener Marte-Neptuno en Escorpio, posición que debería dar mucha energía a lo acuoso, no había demasiada evidencia de que esa Luna-Saturno en Piscis fuera una parte de ella vivida como tal pues ante fenómenos y vivencias piscianas como lo religioso, el símbolo o la muerte siempre había tenido un acercamiento literal, mental, ingenuo y superficial. 

4.3. La cuestión del destino

«Aquellos que no aprenden nada de los hechos desagradables de la vida fuerzan a la conciencia cósmica a que los reproduzca tantas veces como sea necesario para aprender lo que enseña el drama de lo sucedido. Lo que niegas te somete; lo que aceptas te transforma” (C. G. Jung)

Yo no tengo una respuesta definitiva sobre la cuestión del destino pero no me convence la idea de que Teresa, por no haber aprendido sobre algo desagradable, la conciencia cósmica le trajera la muerte de su hijo para poder aprender algo. Intuyo que no es la conclusión a la que llegaría Jung pero es la interpretación que se hace.

Y aunque fuera así, no estoy nada de acuerdo, tal como decía antes, en decirle a un consultante que en su carta natal puede verse la tragedia de su hijo. Pienso que puede producir un efecto culpabilizador y aterrador. Además, creo que es falso pues lo arquetipal puede ser vivido de muchas maneras y muchas personas con posiciones así jamás viven tragedias similares. Existen algunos razonamientos espirituales que dictaminan que si algo no lo vives como propio lo vives como destino, lo que en este caso se traduciría en que si Teresa hubiera integrado el polo saturnino lunar pisciano de forma madura la vida no le traería experiencias traumáticas. Es decir, según este principio, aquellas partes de la carta natal que son importantes (como pasa con los planetas en oposición al Sol) y no son integrados tienen muchas más probabilidades de vivirlas como eventos externos (sea experiencias o personas). Así pues, aunque cuestiono este principio y, sobre todo, su comunicación, también me parece este tema algo muy inquietante y para nada esclarecido. A mi entender intuyo que algo de verdad tiene que haber, aunque la explicación que yo aportaba giraba entorno a una mirada sistémica donde lo relevante serían los patrones interaccionales. Por lo tanto, si quisiéramos forzar una lectura en términos de causalidad (lo cual no creo que sea realista pues pienso que la causa en rigor fue la mala suerte) de la muerte trágica no sería la carta natal de Teresa sino la interacción de la carta natal de Alberto (cuya carta natal, por petición de su familia, no voy a compartir más allá de indicar que tenía efectivamente elementos piscianos predominantes) con la de su madre, otros familiares y otros factores ambientales.

Profundicemos un poco en esta cuestión. Desde el paradigma de la sincronicidad se expresa que lo que te pasa afuera (B) es un reflejo de tu adentro (A), que B es un reflejo de A, y viceversa, y aunque este reflejo no es causal, se dice que lo de afuera esconde un sentido para nosotros, lo cual se suele interpretar que es un mensaje del universo especialmente dirigido a nosotros para que aprendamos algo, y quiero subrayar que se concibe como si lo que nos pasara en la vida fuera consecuencia de nuestra ignorancia e inmadurez. 

Pienso que los astrólogos más modernos asumimos la sincronicidad como un principio espiritual universal pero podrían haber otras explicaciones. Aunque es un principio que me parece interesante, sobre todo si se entiende desde un marco de misteriosa conexión, subrayando así la no causalidad, también contemplo otros principios existenciales que me hacen dudar de la sincronicidad como absoluto.

Para empezar, contemplo la posibilidad de que nos pasen cosas fortuitas, es decir, que realmente existan los accidentes, que dos sucesos provenientes de cadenas causales diferentes se encuentren por azar. Podemos recibir el disparo que iba dirigido a otro, por ejemplo. 

En la imagen anterior veríamos que C y D se encontrarían como resultado de caminos independientes. C aquí sería una persona paseando tranquilamente y D la bala pérdida de un tiroteo cercano. No habría conexión significativa, no habría un sentido oculto, pero ambos se encontrarían. En resumen: no habría causalidad ni tampoco correlación -que no son lo mismo- sino una conexión fortuita, una coincidencia.

La espiritualidad de nuestro tiempo es la del destino, la del sentido trascendental, la del sentido de que todo está relacionado con todo, de que todas las partes están relacionadas con todas las otras partes o, al menos, que cualquier encuentro entre dos partes implica un sentido (muchas veces oculto) para alguna de las partes. Este principio, llevado al extremo, pienso que puede llegar a ser patológico porque nos fuerza encontrar significados ocultos y sincrónicos en todas partes, lo cual lleva fácilmente al absurdo y error. Por eso creo que incluir el factor de azar, de que puedan pasarnos cosas sin sentido, puede ser algo muy sano y, sobre todo, realista y espiritual.

La espiritualidad más extendida teme la insignificancia y el sin sentido, paradójicamente por motivos egoicos. Pienso que existe un factor de aleatoriedad en el universo, ya sea como motor evolutivo o porque al universo le somos indiferentes. Desde esta perspectiva, la muerte de Alberto no estaría ligada misteriosamente a un sentido oculto donde Teresa tuviera que aprender nada. No siempre tendríamos algo que aprender de lo que nos pasa, en el sentido de que nos pasara para que aprendiéramos algo, de que la causa de que algo sucediera fuera nuestra necesidad de aprender algo. Otra cosa sería que esa experiencia movilizara temas esenciales de nuestro interior, significativas por nuestra forma de ser, y que nos permitiese evolucionar.

De todos modos, tampoco rechazaría completamente la conexión entre lo vivido por Teresa y la propia Teresa. 

La carta natal sería como una de las características de un átomo (A) que haría que fuera más fácil enlazarse con otro tipo de átomos (B), que podrían ser otras personas o determinados sucesos. 

Cada átomo se movería por el universo, no siguiendo un plan trazado para cada partícula, sino por multitud de cadenas causales y el azar. El universo sería un océano de átomos donde las combinaciones que se darían dependerían de la suerte -o no- de encontrarse un átomo compatible con otro, lo cual no sería fruto de sincronicidades, sino de probabilidades.

Dado que no me convence el modelo de la sincronicidad propondría alternativamente un modelo de causalidad circular, concepto propia de enfoques sistémicos, donde las partes de un sistema se retroalimentan entre sí. 

Así pues, siguiendo la lógica de los átomos, si A fuera Teresa, su diseño facilitaría determinadas conexiones, incluidos sucesos traumáticos, que sería aquí B, pero Teresa -A- no causaría B, pues el motivo real de la relación entre A y B sería la interacción de varios factores: 

1-el diseño de A (que incluiría la carta natal y otras propiedades no astrológicas)

2-el diseño de B (que serían situaciones de incertidumbre o espirituales o personas con estas características),

Y hasta aquí sí se podría entender que habría ya tendencia a la unión de A y B pero también estarían otros factores siempre de fondo:

3-las circunstancias, como otras personas, el entorno socio-cultural, el natural, etc., y que definirían el basto conjunto de posibilidades dado en un espacio-tiempo.

4-y las leyes de la naturaleza (causalidad, probabilidad, etc.) y el azar. 

Por lo tanto, lo arquetipal aportaría cierto sentido, cierta fuerza vincular, cierta tendencia de unión, pero coexistiría con muchos otros factores. 

Sí que parecería que una misma carta, según determinado nivel de integración (desarrollo vertical) y determinadas circunstancias, favorecería la atracción de un tipo de sucesos. Sin embargo, aunque apoye esta idea, subrayaría que hablaría siempre de tipos generales de experiencias, experiencias con espectros de manifestación muy variable (desarrollo horizontal) y dependientes de la causalidad circular propias de complejos sistemas.

Desde esta perspectiva, la carta natal puede ayudar a encontrar sentido en situaciones donde lo perdemos. Y en este caso el trabajo fue integrar de forma realista la incertidumbre y las profundidades de la experiencia espiritual, del sufrimiento y la muerte, fenómenos cuyo sentido no planteé en términos de causalidad sino de oportunidad y aprendizaje.

Años después de estas consultas con Teresa (16 sesiones + 1 de seguimiento) fui recopilando nuevos casos de cartas natales prácticamente idénticas. Estos casos, de haberlos tenido previamente, me hubiesen ayudado a comprender mejor el caso de Teresa. Durante todos estos años de consultas conocí personas que habían integrado ambos polos y personas que no. Aunque mi escepticismo se resiste -pues al final cualquier generalización es arriesgada si se trata de una evidencia anecdótica- reconozco que sorprendentemente conocí dos perfiles bastante polarizados: 

1) Los que integraban el eje Virgo-Piscis. Por ejemplo, recuerdo varios médicos, muy analíticos y rigurosos, pero a la vez muy humanos e interesados en problemas médicos que, por su complejidad y multifactorialidad, se hacía imposible controlar su aparición o resolución. También recuerdo astrólogos de gran categoría que sabían unir el análisis riguroso y la sensibilidad simbólica. También vi esta oposición en científicos interesados en cuestiones cuya complejidad siempre iba a escaparse a nuestra comprensión, como físicos teóricos y cosmólogos. O grandes músicos que sabían seguir con precisión un tempo o partitura a la vez que entraban en trance, sumergidos por la belleza y la magia15.

2) Los que no integraban lo saturnino pisciano. La mayoría de estos casos suponían experiencias duras (Saturno) que imponían una realidad de incertidumbre y falta de control (sobre todo enfermedades). Incluso años después conocería la historia del actor Keanu Reeves, de quien recientemente analicé de forma divulgativa su caso (Mercadé, 2021b).

Así pues, la astrología puede aportar modelos a seguir o a evitar, modelos que pueden inspirar soluciones a los consultantes, modelos que permiten comprender los problemas subyacentes. Esto también sucede con personas que aunque no tengan cartas natales tan idénticas sí que tienen fuertes y funcionales las partes que sí son parecidas de la carta natal16 y que son interesantes de integrar. Por ejemplo, el escritor Herman Hesse tenía la Luna-Saturno en Piscis muy fuerte en su carta natal  (aunque todas las demás posiciones eran diferentes) por lo que su obra hubiera podido ayudar a Teresa. Este escritor estudió teología y desarrolló una profunda e íntegra comprensión de la espiritualidad17

O también podríamos simplemente haber puesto ejemplos de clientes pasados si la problemática no fuera tan filosófica y el pensamiento de alguien de la altura de Hesse no fuera tan útil. De hecho, cuando se usan modelos de comportamiento es preferible que el modelo sea alguien cercano (y parecido) (Labrador et al., 2005) y no una “superestrella”, lo cual conseguimos más fácilmente si hablamos de alguien que conocemos de la consulta (una persona como nuestro consultante).

4.4. Integrando mapas para comprender el territorio

Aquí es donde empieza lo más interesante. En este punto nos interesa entender el caso particular de Teresa triangulando varios mapas. El astrológico será uno crucial para nosotros pero lo ideal es considerar también otros propios de la psicología y la filosofía. Comprender bien el problema desde varios ángulos facilitará sobremanera que la solución sea la adecuada.

El objetivo de estas consultas fue la integración de la oposición descrita lo cual supuso un profundo análisis sobre la muerte, la pérdida, el sufrimiento, la espiritualidad y el sentido de la vida, a la vez que buscamos el procesamiento emocional y una experiencia no racional sobre las cuestiones anteriores, saber diferenciar cuándo estábamos ante una cuestión de proporciones humanas, analizable y controlable virginianamente, y cuándo no, cuándo estábamos pretendiendo imponer lo humano sobre lo trascendental, diferencia que Teresa estaba lejos de identificar y aceptar. Una persona con una sabiduría pisciana integrada hubiera afrontado la situación fluyendo con lo que la vida le había traído (“señal que no tenía que ser”), no obstante Teresa nunca había aplicado esta estrategia de afrontamiento y mucho menos iba a hacerlo ante la pérdida de un hijo, evento muy difícil de encajar espiritualmente pues como veremos se trata de un acontecimiento que involucra nuestros sistemas más primarios.  

Un modelo teórico interesante para empezar a analizar este caso es el llamado Working Model el cual describe el circuito cognitivo-afectivo del apego (Romero, 2013). Teresa estaba (y probablemente está todavía) apegada a su hijo, algo habitual por procesos instintivos que favorecen y permiten mantener los lazos afectivos. El sistema de apego, representado por la Luna en la carta natal, se hubiera interrumpido súbitamente, lo cual es justo lo que la conducta de apego pretende evitar a toda costa. Así pues, esto explicaría las reacciones emocionales suscitadas como el dolor, la frustración o la culpa, entre otras. 

Por otro lado, también explicaría que determinados procesos relacionados con la memoria semántica e implícita (la inconsciente y profunda) no fueran capaces de adaptarse (mientras que la memoria más consciente y superficial sí podría culminar fácilmente sus procesos). Esto explicaría que Teresa supiera de la muerte de su hijo pero que no lo comprendiera. Astrológicamente hablando se estaría mostrando la polaridad jupiteriana (memoria semántica) y mercurial (memoria episódica) propia de la polaridad Piscis-Virgo.

La experiencia de la pérdida, la cual la experimentamos en multitud de situaciones (ruptura de pareja, pérdida de posesiones o status, etc.), atraviesa nuestra existencia y es por ello que su experiencia, cuando es muy intensa, como en el caso de la muerte de alguien cercano, nos penetra hasta el núcleo de nuestro ser (Cabodevilla, 2007). La pérdida es parte de la vida y, en el mejor de los casos, nos ayuda a aprovechar y afrontar la vida con autenticidad, nos ayuda a crecer y realizarnos personalmente. Se trata de una experiencia que suele recordarnos lo frágiles y vulnerables que somos, lo fugaz de nuestra existencia, nuestra finitud, provisionalidad e inexorable destino. Todo ello entraría en conflicto con Teresa y el paradigma de omnipotencia controladora en la que estaba instalada. Una persona con un fuerte Plutón en Virgo puede incluso llegar a pensar que si todo lo controla y lo hace perfecto nada horrible le podría ocurrir, como quien por tener una dieta perfecta se cree inmune a desarrollar enfermedades, o como quien ante la presencia ya de la tragedia se piensa que es controlable y se obsesiona al respecto buscando inútilmente dar la vuelta a lo irreversible con soluciones absolutamente ineficaces.

La pérdida por muerte nos enfrenta a la soledad más radical, nos impone el silencioso vacío y nos confronta con el misterio de la vida (Cabodevilla, 2007). Somos la única especie que es consciente de su propia muerte y de su inevitabilidad lo cual nos genera profundos miedos, ansiedad y otras reacciones totalmente normales. Vivimos en una sociedad donde la muerte es tabú, como cualquier realidad dolorosa y perturbadora, tendencia que posiblemente se irá acrecentando a medida que siga avanzando la eficacia de los tratamientos médicos contra todo tipo de enfermedades y las nuevas promesas de inmortalidad (como el tratamiento epigenético). Paradójicamente, la no consciencia de la muerte nos trae la no consciencia de la vida, pues esta última incluye como certeza a la muerte, el dolor, el sufrimiento y el misterio, por mucha aversión que nos genere.

Habitualmente las personas religiosas experimentan la muerte (la propia o la de seres queridos) de una forma menos estresante precisamente gracias a la protección que confieren las creencias y rituales como las oraciones las cuales aportan sentido y adaptabilidad (Villalba et al., 2012). Y tiene sentido pues la voluntad de Dios está detrás de todo, la muerte es el camino a la vida eterna, a un lugar mejor y, por lo tanto, la ruptura que representa la muerte “solamente” es en esta vida encarnada, por lo que hay expectativa de reencuentro en el más allá. En el caso de Teresa todo esto no le sirvió de nada, se negaba a creerlo, su comprensión de estos principios espirituales no era profunda. Teresa sabía que era un hecho cotidiano que habían madres perdiendo a su hijos de las maneras más trágicas, sin embargo su fe jamás se sintió cuestionada. Fue cuando la tragedia se convirtió en una realidad que su fe se descubrió condicional y personal pues los principios religiosos que sabía reproducir mentalmente no aplicaban en su caso. Así pues, esta fuerte disonancia cognitiva fue otra de las causas de su desorientación vital pues resolvió dicho conflicto interno negando la religión lo cual hizo que su crisis de sentido se convirtiera en algo mucho más profundo. Por supuesto, en ningún caso el objetivo en la consulta era necesariamente recuperar su fe en la religión que había profesado pero difícilmente iba a poder afrontar su situación sin la reconstrucción de sus pilares espirituales, pilares esta vez saturninamente establecidos, es decir, con cimientos lo más reales posibles. 

Aquí podemos ver cómo habitualmente decimos que Piscis es espiritualidad (entre otras muchas dimensiones) y si no hemos profundizado interdisciplinarmente sobre ello, poco podremos comprender acerca de lo que contiene esa palabra y la persona que tenemos delante. El enfoque que presento en este artículo busca la profundidad detrás del concepto abstracto. No es una astrología de palabras hinchadas de significados grandilocuentes sino una astrología de palabras corporizadas de comprensión y experiencia. Esto es lo que justifica que la astrología obligue necesariamente a conocer y dominar mínimamente todo tipo de cuestiones externas a lo estrictamente astrológico18.

El duelo es el proceso que nos permite asimilar la pérdida y es un proceso totalmente natural donde hay aturdimiento, dolor, tristeza, rabia, culpa, pérdida de apetito, de peso, de sueño, dificultad para concentrarse, momentos de negación y otras características. El duelo es un proceso necesariamente doloroso y existe una serie de complicaciones que se pueden dar. Estas dificultades impiden volver a abrirnos a la vida, al amor y a la felicidad. 

Existen muchas formas de etiquetar un duelo que no es funcional. En el caso de Teresa pienso que se trataría muy probablemente de un duelo complicado del tipo traumático (por la muerte dramática, las conductas de evitación y el estado de agitación permanente), obsesivo (por hacerse preguntas sin respuesta, ajenas al control o contrastación, excesivamente metafísicas) y crónico (pues el duelo no habría evolucionado satisfactoriamente y estaría estancado después de dos años). 

El objetivo en estas terapias es acompañar en un duro y doloroso proceso, promoviendo el esfuerzo, la valentía, la flexibilidad y el equilibrio, la recuperación de los valores y la conexión con un propósito. Y es vital dar todo el tiempo del mundo. El duelo es un proceso neptuniano19 por lo que no es recomendable presionar. Todo lo contrario, el vínculo terapéutico es especialmente pisciano: no directivo, extremadamente incondicional y empático, tiene que permitirse que el consultante pueda sumergirse en el océano sin límites de su ser, permitir el silencio, el sentir su estruendo, el dar espacio al vacío. En estos procesos, cada uno tiene sus propios ritmos y propias manifestaciones. Muchas veces las personas en duelo sienten el entorno como censurador y en terapia no pueden encontrarse lo mismo. Aquí el diálogo socrático suele ser especialmente útil pues no pone al terapeuta en posesión de la verdad sino que lo situa en el rol de cuestionador inteligente, humilde y curioso.

Para profundizar en el proceso terapéutico voy a usar el modelo de William Worden (1997) que sigue siendo un gran referente en el tratamiento de duelo20.

Worden plantea cuatro tareas a realizar durante el proceso del duelo: 

La primera es la aceptación de la realidad de la muerte, el afrontar que la persona fallecida no volverá y que el reencuentro es imposible, al menos en esta vida. El problema principal aquí es la negación lo cual a Teresa le ocurría en cierta manera pues evitaba decir claramente que su hijo había muerto, de hecho ya había explicado antes que la habitación de Alberto seguía intacta. Teresa permanecía atrapada en una especie de mundo paralelo hipotético donde Alberto no sufría el accidente, donde la moto no se estropeaba, donde ese día no iba a entrenar por tener que estudiar para un examen. Aquí fue útil hablar de forma detallada sobre el acontecimiento real, algo que debería haber sido más fácil por su fuerte Virgo pero que, por el contrario, fue mucho más costoso de lo imaginado pues Teresa no estaba emocionalmente conectada a sí misma. Estaba en la mente y sus emociones iban por otro lado. Es por ello que esta tarea fue más sencilla de realizar cuando pudimos avanzar en la elaboración de la segunda tarea.

La segunda tarea es identificar y expresar las emociones, lugar donde había el bloqueo más importante. La carta natal de Teresa, aunque muestra 4 planetas en agua, su forma de vivir su vida siempre ha estado polarizada en lo Virgo, en su Venus libriana y Júpiter Géminis (todo mental y armónico). El AC en Capricornio le había traído facilidad para ser una autoridad en su trabajo y profesionalmente ya había tenido experiencias que pudiéramos calificar de piscianas y lunares, como subordinados que se victimizaban y recurrían injustificadamente a su sindicato, a lo que ella respondía con soluciones prácticas (Virgo), lo cual no interesaba en absoluto a un tipo de persona que buscaba ser compadecido y salvado, algo que de Teresa difícilmente iba a salir. En cualquier caso ella siempre había estado en un rol de técnica, muy trabajadora, pero el lado agua no estaba interiorizado. 

Vemos, por lo tanto, un ejemplo donde habiendo mucha agua hay dificultades para conectar con lo emocional21. Fue básico conectar con su vulnerabilidad buscando despersonalizar, universalizar y legitimar su propia vulnerabilidad, pues una Luna en Piscis y con Saturno difícilmente se iba a permitir sentir de otra manera, al menos en su caso. 

Otra cosa crucial fue aclarar que sería complicado encontrar palabras a su sentir. Estas posiciones requieren de formas indirectas no literales de expresión. Para Teresa era difícil no hablar de forma concreta, descriptiva y sin rodeos. Por ello era tan importante integrar conceptos abstractos que permitieran filosofar, entrar en la metafísica del alma del mundo, en los sueños de un mundo simbólicamente ventrílocuo. Fuimos estableciendo un vocabulario para todo ello y de forma natural la oposición Virgo-Piscis se fue integrando. 

En este punto elaboramos varias emociones permitiendo conectar con ellas, sentirlas y hablar sobre ellas. En esa época yo aplicaba ciertas técnicas22 que derivaban del EMDR, muy útiles para experiencias traumáticas. Básicamente se trataba de procesar emociones que no habían podido procesarse. Ello se hacía a través de la exposición y el estímulo bilateral, e iba acompañado de momentos de resignificación de las experiencias por fin procesadas. La muerte de Alberto había invalidado muchos de los esquemas básicos de Teresa para afrontar la realidad por lo que la resignificación suponía construir una base para recuperar su sentido vital.

Durante esta fase fue importante conectar con la tristeza también con tal de poder desahogarse, sin juicios, pudiendo repasar recuerdos, dialogar con su hijo a través de técnicas como la silla vacía. Teresa me decía que se sentía más triste que al empezar la terapia pero rápidamente se quedó tranquila cuando le expliqué que eso era bueno porque estaba tomando profunda consciencia de la realidad. Se estaba desestancando de ese limbo emocional en el que ni se metía de lleno ni se salía.

En los duelos es crucial dar espacio al dolor con tal de que ayude a procesar lo ocurrido pero para luego liberarnos de él y dar espacio a la vida. Como dice García-Monge (2010): “El dolor cabe en nuestra vida, pero la totalidad de nuestra vida no cabe en nuestro dolor”. 

Otras emociones que fueron saliendo fue la culpa, la incertidumbre y la soledad. 

Respecto a la culpa, dado que es algo irracional, basta con racionalizar para poderlo afrontar. No obstante no fue tan sencillo como reflexionar con sentido común que nadie tenía la culpa, que el azar sin sentido podía acontecer. A esta idea Teresa se resistió porque estaba aferrada a principios espirituales del tipo “todo tiene una razón de ser”. Como decía, Teresa estaba en crisis con su religión y había descartado que la muerte de su hijo fuera por el plan inaccesible de Dios. Ella aspiraba a encontrarlo en principios espirituales de corrientes alternativas donde todo pasa por algo, por alguna sincronicidad. Ahora me arrepiento porque no creo que fuera inteligente por mi parte insistir (me puso energéticamente en un rol demasiado sagitariano invasivo): le hice una ferviente defensa filosófica de la posibilidad de que en el universo hubiera azar (aleatoriedad) y que se dieran conexiones entre eventos que estuvieran causalmente desconectados (eventos que serían fruto de cadenas causales independientes) pero que casualmente coincidirían en un punto concreto (lo que supondría un accidente). 

Teresa, no obstante, insistía en encontrar un sentido oculto al accidente (de forma que lo convirtiera en causalidad). Es por ello que quiso que mirásemos los tránsitos astrológicos a lo cual le recomendé no hacerlo porque eso la ubicaba en el paradigma de buscar explicaciones obsesivamente y no el de aceptar estoicamente la realidad que la vida había presentado. Para mí era muy evidente que filosóficamente hablando aquí existían dos posibilidades: 1) que hubiera un sentido oculto pero también oculto a nuestra capacidad (lo cual en esencia daría la razón a Teresa aunque no fue exactamente lo que buscaba), 2) que este suceso en particular fuera fruto del azar. Una tercera posibilidad como la que Teresa quería creer (un sentido oculto que ella pudiera descubrir) me parecía un acto desesperado, un mecanismo de defensa ante el estrés de la incertidumbre, además de un masoquista y agónico perpetuar. A día de hoy creo que hubiera manejado este punto con más humildad y empatía, a través del diálogo socrático, con tal de evidenciar las inconsistencias del discurso de Teresa, la ganancia secundaria de sus creencias y de qué manera nos estábamos alejando de los objetivos terapéuticos establecidos y consensuados como eran la aceptación y la construcción de un sentido (y no la búsqueda).

En cuanto a la soledad ésta se debía a que Teresa no se sentía comprendida por lo que sintió gran alivio con nuestras sesiones. También, su entorno, cuando percibió que estaba avanzando y no estaba obsesivamente siempre en lo mismo, estuvo mucho más receptivo a hablar abiertamente de todo tipo de cuestiones, lo que aumentó en Teresa la sensación de ser comprendida.

La tercera tarea en el duelo es aprender a vivir sin que la persona fallecida esté presente. Es adaptarse a la nueva realidad. Aquí se explora los ajustes externos e internos a realizar respecto a todo lo que ha cambiado. Suele prestarse atención a las tareas que se encargaba el fallecido y cómo ahora se gestionarían (un ejemplo típico sería la declaración de la renta) pero en el caso de Alberto eran tareas sin demasiada complicación. No obstante, algo que tardamos en identificar era que con Alberto compartía recuerdos y preocupaciones sobre sus otros hijos (hermanos de Alberto) y otros familiares. Alberto nutría la Luna de Teresa, era un estímulo de la dimensión íntima y familiar. Así pues poner consciencia en ello fue otro factor relevante para explicar su sentimiento de soledad, anteriormente explicado, y para ajustarse a dicha nueva situación. 

Teresa también tuvo que ajustarse a nivel de identidad pues ahora era madre de dos hijos y no de tres. Por supuesto que siempre sería la madre de Alberto, incluso siempre podría dedicar momentos a tener activado ese rol, pero aquí había que hacer un importante ajuste pues el duelo implica “desprenderse del ser querido sin renunciar a su recuerdo” (Cabodevilla, 2007), incluso a nivel social era “la madre que había perdido a su hijo en un accidente”, lo que sentía un estigma. Esto último no parecía demasiado importante en comparación a otros ajustes pero su Venus en Libra hacía que fuera un factor importante (difícil de reconocer) a trabajar de cara a la recuperación de la vida social, algo que también por su Júpiter en Géminis le iba a proporcionar un gran sentido.

Los ajustes más retadores fueron los ajustes espirituales, los ajustes en los valores y creencias, muchos de ellos destrozados. Las primeras sesiones habían permitido a Teresa desfogar sus obsesiones (que eran análisis propios de un metafísico cuántico) para más tarde poder dar los primeros ajustes a nivel de creencias. Astrológicamente, factores vinculados al análisis y al sentido, como lo son Mercurio y Júpiter, más todo el Stellium en Virgo23, prometía un trabajo arduo en este aspecto. 

Fue útil hacer un brainstorming del mundo de significados personal de Teresa, sus motivaciones pasadas, buscando abrir muchas opciones de lo que le motivaba su yo del pasado. Allí vimos que ya antes del accidente de Alberto se encontraba sin rumbo, trabajando en lo suyo por inercia y renunciando a trabajar de lo que le gustaría (terapias alternativas). No creo que sea imperativo que el trabajo tenga que necesariamente realizarnos pues me parece una idea que si absolutizamos es peligrosa por su elitismo e idealismo. Creo que ya es un gran privilegio tener actividades que nos llenen fuera del trabajo. En el caso de Teresa a ella le gustaba ir aprendiendo todo tipo de oficios, sobre todo relacionados con la salud física y las terapias alternativas. Con tanto Virgo, incluso por la oposición con Piscis, era fácil deducir que el ámbito de la salud, el servicio y el ayudar, era algo que siempre había estado ahí (eran valores importantes para ella).

A un Júpiter en Géminis se le convence con humildad y capacidad para manejar pluralidad de puntos de vista, razón por la que era especialmente útil el diálogo socrático y el planteamiento de cómo los mismos acontecimientos podrían ser interpretables desde diferentes perspectivas filosóficas. Por ejemplo, emocionalmente conectó muy bien con el existencialismo, movimiento intelectual plutoniano que describe un universo absurdo y vacío de sentido, un todo de existencia sin nada trascendente que garantice una escala de valores, un camino, un bien y un mal. Intelectualmente hablando ella se sentía lejos de este pensamiento pero emocionalmente no, lo cual era otra prueba de que no había procesado profundamente (memoria implícita y semántica) lo que intelectualmente sabía (memoria explícita y episódica). Hicimos un recorrido por un sin fin de perspectivas. Leer a Victor Frank allanó el camino para pasar del vacío existencial a la voluntad de crear un sentido. Hablamos mucho del apego, de la teoría de Bolwby, de Kubler-Ross, de experiencias cercanas a la muerte (ECM), teorías esotéricas como la teosófica o antroposófica, de mística cristiana e islámica y de filosofía griega. Todo este proceso nos dio múltiples frutos: 1) experimentó la emoción del disfrute intelectual, algo que le permitió conectar con algo importante para ella, y 2) pude representar su Júpiter y, por lo tanto, ser percibido como alguien que sabía en tanto filósofo, lo cual ayudaría en los momentos que tuviera que persuadir, sobre todo al tener que plantear firmemente algunos principios básicos que sabía que entrarían en conflicto con los suyos, como que la muerte es el destino de todos nosotros, sin excepción, tarde o temprano24

Muchos de los ajustes que Teresa hizo fueron morales, relacionados con su derecho a ser libre, elegir su propio camino, a no ser esclava de una moral que dictaminaba que no pudiera ser feliz, no pudiera sonreír, no pudiera volver a disfrutar, a abrirse a la vida, conectar consigo misma, conectar con los demás y vivir el amor. No soy capaz de recordar cuántos lloros fueron necesarios para este ajuste, cuántos adioses en forma de lágrimas.

La cuarta y última tarea que plantea Worden es la recolocación emocional, es decir, la reubicación del difunto en la vida. Esta tarea representa la etapa final. Aquí Teresa creó una rutina semanal para hablar con Alberto, para contarle cosas sobre sus hermanos. Creó un pequeño altar que le ayudaba a conectar con ello. Vemos aquí claros indicios de la integración del universo simbólico pisciano, un apego lunar a ultratumba, un vínculo maduro y sagrado, una relación con el más allá que todavía hoy en día perdura. Es interesante percatarse que los rituales son una de las muchas maneras de integrar el eje Virgo-Piscis pues integran, por un lado, la secuencialidad, concreción y orden virginiano con, por otro lado, la espiritualidad y el simbolismo pisciano.

En este punto, Teresa había retomado ya su vida de una forma emocionalmente serena (fueron necesarias 16 sesiones) y volvía a estar intelectual y socialmente activa. Por supuesto no era la misma persona pues ahora era mucho más sensible (más agua). La integración de la oposición la motivó a escribir (y otras actividades creativas); la impulsó a ayudar y apoyar poblaciones difíciles (como los menas) a través de ONGs, conectando así con valores como el servicio y otros valores relacionados con la entrega amorosa y el cariño incondicional. Así que recuperó el sentido, desarrolló una sensibilidad espiritual mucho más madura y profunda, con el misterio por fin integrado, liberando así un sentido para su vida y la muerte de Alberto.

NOTAS

1- Desde algunas corrientes astrológicas se presume de concreción y predicción, lo cual podría considerarse una astrología más certera y verdadera, no obstante esta astrología raramente es concreta y mucho menos predictiva si se aplican mínimos controles (Mercadé, 2019b).

2-  Creemos que las intuiciones son un canal que permite un conocimiento limpio de prejuicios cuando es justamente lo contrario.

3-  Lo fractal aquí se entendería como la repetición de un patrón, a nivel estructural. Esto permitiría las relaciones analógicas propias de lo astrológico.

4-  Las cuales definirían un entorno local de posibilidades y probabilidades. Aquí entraría la cultura, el entorno físico y las relaciones interpersonales.

5-  Podríamos decir que arquetipalmente tienen vidas muy parecidas, aunque su manifestación concreta parezca tan diferente. No obstante, aunque asumimos de que todo el mundo desarrolla su carta natal “a su manera” también hay circunstancias no astrológicas poco favorables para la manifestación de los arquetipos involucrados pudiendo así encontrarnos con personas que no manifiestan su carta natal (o parte de ella) o lo hacen de una forma imperceptible.

6-  Una determinada situación de crisis motiva el análisis de uno mismo. Son estas circunstancias las que definen qué será significativo del análisis de la carta natal. Es decir, el proceso de autoconocimiento no sería necesariamente tan abierto (como es interpretar por sistema toda la carta natal) sino que supondría explorar aquellas partes de uno mismo que estuvieran en proceso de revisión y reajuste.

7-  Inicialmente su intención era que le interpretara su carta natal, y no hacer terapia, pero rápidamente una cosa llevó a la otra.

8-  Quisiera mencionar que los elementos más especialmente terapéuticos, como el tratamiento, pueden ser menos relevantes para algunos de nuestros lectores, más interesados en el análisis puramente astrológico y/o en la evaluación del problema, pero los he introducido igualmente. 

9-  En la práctica, la carta natal ya la había analizado previamente a conocer la historia de Teresa. Sin embargo, me parece un buen hábito evitarlo por los prejuicios y presuposiciones que pudiera activar.

10-  Quisiera aclarar que poco después de esta consulta dejé la terapia y a los pocos años empecé a estudiar Psicología con el objetivo de tener una formación sólida y capacitante. No obstante, a pesar de sus límites, la PNL (Programación Neurolingüística) me parece una herramienta interesante, con muchos elementos propios de la terapia sistémica, el construccionismo, la terapia cognitivo-conductual, el análisis conductual, y con un enfoque extremadamente idiográfico.

11-  Desconfío de todos los modelos de casas por razones que desarrollaré en otra ocasión. 

12-  www.cosmograma.com

13-  La cuestión de las regencias es otro gran tema a revisar. El astrólogo y colega Andrés Zaragoza plantea algunas reflexiones y alternativas que considero muy bien razonadas y a considerar seriamente, por muy incómodo que resulte para aquellos que asumimos como verdad inamovible el modelo actual. No obstante, también considero que sería necesario buscar algún modelo experimental que permitiese contrastar en la realidad qué modelo de regencias es el más fiable (si es que hay alguno).

14-  Aunque no comparto el modelo tradicional de casas tampoco siento afinidad con el modelo más extendido hoy en día que se basa en la identificación entre signos y casas. 

15-  Como puede comprobarse, los mismos arquetipos, según factores no astrológicos (circunstancias), se definían de una forma u otra. Quizás sea la suerte de tener un abuelo que te haga amar la música o una madre que te despierte la vocación para observar las estrellas, o una moda motivada por una serie de televisión de médicos. O al revés, en un sentido negativo, un padre desmotivador podría descartar algunas o todas las opciones que enumeraba.

16-  Especialmente aquí hay que ser cautos y recordar que las partes interactúan con otras partes.

17-  De hecho, Saturno en Piscis también es una posición fuerte en cardenales (Polito y Mercadé, 2013) pues sugiere un esfuerzo y rigor a la hora de abordar lo sagrado.

18-  Por lo que el astrólogo que se atrinchera en lo astrológico incurriría en un reduccionismo absurdo. Un astrólogo encerrado en lo astrológico es un astrólogo desconectado, un astrólogo prisionero en el cielo, un astrólogo atrapado en las estrellas y sin contacto con la tierra.

19-  Es neptuniano por la tristeza trascendental, la incertidumbre, el misterio, el estado de depresión, el victimismo, la esperanza, etc. También es principalmente saturnino (aceptar el hecho tal cual, la carencia, la muerte) y plutoniano (los estallidos, dolor profundo, vacío de sentido, convivencia con la nada, impotencia, tabú). No obstante, al remover la pérdida trágica los cimientos de nuestro ser, la totalidad de nuestro ser requiere reajustarse por lo que toda la carta natal se vuelve relevante de análisis.

20- Además, hace pocos años tuve la ocasión de hablar con él después de una conferencia en Barcelona y así pude conocer su carta natal, la cual destacaba su regente solar en Escorpio y Luna en Piscis, entre otras configuraciones que me ayudaron a comprender mejor la esencia arquetipal del duelo. Es interesante, a la hora de plantear soluciones, ver las cartas de los “solucionadores” quienes prácticamente siempre reflejan su identidad en su herramienta o filosofía.

21-  En otras ocasiones cartas natales sin agua pueden ser de personas muy emocionales pues si tienen la Luna en el AC o en conjunción con el Sol, ya sería una configuración que facilitaría la conexión emocional. Hay que ir con cuidado con llegar precipitadamente a conclusiones generales a partir de análisis particulares.

22-  Técnicas de Integración Cerebral (TIC).

23- Como decía en un punto anterior, las 12 casas no las interpreto de forma convencional por lo que casas como la 3 o la 9 no las consideraría.

24- Si me pongo filosófico me atrevería a decir que la muerte es necesaria para poder evolucionar, para poder garantizar una larga vida de la humanidad, pues los seres humanos, con el tiempo, tendemos a volvernos rígidos y a estancarnos, siendo incapaces de adaptarnos a los nuevos tiempos. 

Los seres humanos somos para la humanidad lo que las células al cuerpo, células que continuamente mueren y nacen para mantener vivo al cuerpo que componen. O dicho de otra manera: es la dialéctica juventud-madurez la que permite a la humanidad avanzar flexible y sólidamente, con sus crisis y conflictos, con sus grandes hitos e innovaciones, con sus seguridades y aprendizajes. Sí, es la muerte la que hace posible la larga vida de la humanidad, la vida que es realmente importante, la vida por la que tiene sentido vivir. 

BIBLIOGRAFÍA

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